Cultivando solidaridad

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Jerez de la Frontera (Cádiz), oct (EFE).- (Imagen: Román Ríos) La crisis económica ha resultado ser un buen abono para proyectos de solidaridad como el que ha germinado en unas tierras abandonadas de Guadalcacín, una pedanía de Jerez de la Frontera (Cádiz) en las que se ha puesto en marcha un fértil proyecto de "agricultura solidaria". Allí, desde hace un año y medio, 35 personas, familias o asociaciones cultivan desinteresadamente unos huertos solidarios con los que, de momento, han recolectado cerca de 17.000 kilos de verduras y hortalizas que han entregado a entidades benéficas y comedores sociales. El proyecto es obra de Madre Coraje, una ONG que nació en Jerez de la Frontera para emprender iniciativas de solidaridad con países como el Perú y Mozambique, y que ahora, con sedes repartidas por distintos lugares del territorio nacional, no tiene que mirar tan lejos para encontrar gente que necesita ayuda urgente y básica. La idea se le ocurrió a Antonio Gómez, presidente nacional de Madre Coraje, en el proceso de trasladar la sede de la ONG a una nave de Guadalcacín en la que estuvo ubicada la antigua azucarera de Jerez. La nave estaba tan abandonada como los terrenos que la rodeaban, en una zona de histórica importancia agrícola. Allí la ONG visualizó rápidamente cómo podían aprovechar ese espacio entonces baldío para emprender un proyecto de agricultura solidaria. La compañía Ebro Food Puleva, propietaria de los terrenos, les cedió de forma gratuita 4.500 metros cuadrados, en los que la ONG ha establecido huertos cultivados por voluntarios que se comprometen a trabajar parcelas de 50, 100 o 150 metros. El 70 por ciento de su producción se destina a fines sociales, los voluntarios se quedan con el 30 por ciento para su consumo y la ONG pone la tierra, el abono y el agua.